La pluma adversa escribe su tiempo
como el cádiz que se entrega vacío a la sombra del fraile
que acuesta su regazo y dibuja su propia desnudez maldita
acribillada de recuerdos
Una en la cual no hay adverbios, ni se pronuncian las horas
Los reflejos allí se encapsulan a si mismos
tratando de compaginar compases y grises magnóleos
pintados de atardecer olvidados
Con tal de que cada uno busca su plaza, su bosque y su flauta
Cada quien construye lo que es conveniente a su mirar
y a su tiempo
Entre higueras marchitas llora la estación
como pincelada madura que noa treve a herir
y cada quien escucha el llanto de aquel manzano
virtiendo su misa muda
sin más que un loco solitario
Seguramente ya no hay más palabras
y esto es un sólo rezo perdido...