domingo, noviembre 23, 2008

Este espacio...


Este espacio...

creo que es sólo un sutil blanco. Leyendo lo que me mandó una amiga , volví a acordarme de él. Y claro...ya son 4 años desde que lo abrí, en uno de mis momentos solitarios en aquellos salones, que a pesar de invitarme con sus colores vivos a sentirme bien, sentía una extraña tristeza. Como si por primera vez quisiera sentirme yo de manera amplia y libre. Sentirme feliz.

Pero a cada momento sentía que las paredes inexpugnables se abalanzaban como abismos. Y entre aquellos abismos, también surgían flores. Flores de diversas formas y siluetas, de amplios espectros y amplias constelaciones, y de diferentes frutos. En algunos de ellos vi dulzura, en otros fueron sepulturas. De todos esos momentos me pregunto qué me queda realmente, si siento que tanto he perdido de ello. Pareciera que recién quisiera aceptar que hasta las flores dejan de ser niños, y a la vez desean seguir siendo niños.


Cada noche detengo mis pasos hacia la ventana de mi patio y apoyo la palma en el frío vidrio.

Como si esperara el llamado de alguien...quizás algo que levite mi mirada hacia alguna estrella o hacia alguna mirada.

A algunos quizás les parezca idílico, pero a veces cerrar los ojos es dejarse arrastrar hacia una felicidad momentánea, aunque suena egoísta decirlo. En algún lugar brotan aquellas lágrimas y lo sé muy bien. Sucede que nuestra ceguera es triste y a la vez irónica. Nos cegamos y nos ocultamos ante nuestro propio dolor. ¿ Y cuando vez los ojos de el o ella?...¿ le puedes sonreír para que esa persona sienta que la escucharás, aún cuando su respuesta no sea la que tu deseas?...Aquello es lo que uno no suele aceptar a menudo, pero si lo entiendes bien, ambos sentirán dicha.

Ahora sólo veo una pared blanca. Pero en aquella pared blanca aún puedo aprender. Mientras lleve aquel sueño conmigo para dejar como mi innegable deseo el llegar a construir esa esperanza en un tul rosa.


Y asi irán pasando los días.

Y pensar que en 3 más, los ciclos serán 22 rosas ...